A principios del siglo XX la esperanza de vida rondaba alrededor de los 30 años en promedio; cien años más tarde esta cifra estaba por encima de los 70 años y hoy, casi un cuarto de siglo más tarde, la esperanza de vida a nivel global está por encima de los 73 años.
La longevidad, por sí sola no es un gran beneficio, pero cuando se habla de la longevidad hoy en día, no solo se habla de la cantidad de años que podemos vivir, sino de la calidad de vida que podemos tener en la vejez; en el pasado la prevalencia de enfermedades crónicas era muy elevada, reducía significativamente las expectativas de una calidad de vida deseable en la vejez; hoy hay poderosos tratamientos para mitigar los efectos que muchas enfermedades crónicas, asociadas a la vejez, tienen en el organismo.
Las células madre y su aplicación en tejidos musculares y óseos, permiten tener una mayor flexibilidad y motricidad incluso después de los 80 años; del mismo modo que lo hace la inyección de colágeno o la aplicación de ácido hialurónico y otros tratamientos biocompatibles y que tienen efectos verdaderamente asombrosos.

Más mayores, y mejores.
Una persona que, luego de los 35 años comienza a cuidar lo que come, a consumir una dieta balanceada, sin quitarse nada, pero aprovechando muy bien de todos los alimentos, los nutrientes que aportan al organismo, que se inhibe de consumir en excesos grasas trans, carbohidratos y azúcares nocivos, altamente procesados y que, además, tiene un ritmo de vida saludable, puede esperar una juventud prolongada hasta los 80 o más años.
Los hábitos alimenticios son fundamentales en el desarrollo de un sistema inmunitario confiable y fortalecido; además también son un aspecto fundamental en la prevención de enfermedades crónicas, tanto del sistema endocrino, como del sistema cardiovascular; por lo que comer balanceado, integrando todos los alimentos, colores, texturas, modos de preparación, de manera proporcionada, es una gran idea si se quiere llegar a la adultez con buen salud.
Las dietas y también los excesos en alimentos ultraprocesados, está comprobado, le hacen daño al organismo; los regímenes que obligan al cuerpo a trabajar con una sola fuente de nutrientes, es decir, las dietas monoconsumidoras (sea de alimentos “sanos” o de alimentos chatarra) hacen que el organismo de la persona no disponga de la suficiente energía que necesita ni disponga de elementos que aunque están presentes en menor cantidad o tienen determinada condición para su metabolización, son fundamentales en procesos de segundo y tercer orden en la nutrición.

¿Qué es una vida saludable?
Por eso, además de tener una dieta rica en todos los alimentos posibles, tanto vegetales como animales, es recomendable ayudar al organismo a metabolizarlos y esto no solamente se logra ingiriendo sustancias químicas presentes en los alimentos, también es indispensable la actividad física y un ritmo de vida que tiene unas características no tan fáciles de lograr.
Se ha descubierto que el respeto por los ritmos circadianos del sueño tiene una incidencia positiva en la metabolización y adquisición de nutrientes de mejor calidad para tener una salud mucho más sostenible en el tiempo; es decir, dormir bien, tener un sueño de calidad, en los estados correspondientes, a las horas que corresponde, cuando el cuerpo lo necesita y en la cantidad justa, es lo mejor.
Otra cosa es el control del estrés; también se ha descubierto que un manejo óptimo de nuestras responsabilidades, el logro de tareas a corto plazo, el alcanzar metas de vida en los tiempos adecuados, poder tener medios de vida que permitan el desarrollo de nuevas necesidades, hace que el ser humano no solo se sienta mejor, sino que también sea capaz de moverse mejor en la cobertura de sus necesidades básicas: alimentación y cuidados.
Y está, por otro lado, el movimiento y el ejercicio físico; que lejos de demandarnos esas titánicas e desgastantes rutinas de ejercicios que le restan vida al cuerpo, nos demanda de actividad física constante, aeróbica y anaeróbica, alternadas a lo largo del día en pequeños pero intensos momentos que sirven para estimular el movimiento músculoesquelético y para la quema de calorías.
Hacer ejercicio no solo se trata de desarrollar musculatura sometiéndose a presiones insanas, se trata de mantener al sistema músculoesquelético en óptimas condiciones; y de garantizar el consumo efectivo de calorías que se consumen diariamente.
Si has llegado hasta aquí, debes saber que vivir más implica más responsabilidades, porque nadie quiere llegar a vivir 120 años, en condiciones de vida que no son vida; si llegamos a esa edad, queremos que sea con lucidez y suficiente vigor como para celebrar la vida, a diario.