Alrededor de las mascotas hay un sinnúmero de creencias y juicios que ponen de relieve un debate más en una sociedad que se acostumbra rápidamente a cuestionar cada cosa que se hace o se dice públicamente.
Tener una mascota es una responsabilidad, pero también es una necesidad; aunque no se ha verificado concluyentemente, que las mascotas brindan, voluntariamente, afecto a las personas, definitivamente hay algo que sí se ha verificado, las mascotas son empáticas, y pueden retribuir el afecto que reciben de maneras particulares, una de estas es el brindar acompañamiento y cuidados al dueño.
Si los dueños de mascotas perciben esto como una relación de afectos es porque, en efecto, las mascotas tienen la capacidad de demostrar interés y afecto por otros; especialmente si existe un vínculo con estas personas.
Por este motivo, cuando una mascota muere, es un duro golpe para la persona, para la familia, para los más pequeños.

Un miembro más de la familia.
Las mascotas son, sin lugar a dudas, miembros plenamente integrados a la familia, dependiendo de su grado de involucramiento y educación, además de su personalidad, podemos observar incluso mascotas que han asumido un rol específico dentro de la dinámica familiar, que colaboran y que forman parte del núcleo familiar.
Pero, incluso si tuviéramos una mascota parcialmente integrada, que no tiene un rol funcional dentro de la dinámica familiar, naturalmente, las mascotas son vistas como parte de la familia y tratadas, en la mayoría de los casos, como tales; respetadas, con un espacio individual, con intimidad y momentos especiales en el seno de la familia.
Incluso hay especialistas en pediatría, psicología y psicopedagogía que recomiendan la adopción de una mascota, porque tiene beneficios increíbles en los niños, cuando reciben la orientación de adultos responsables que saben, además, cómo manejar estos temas en casa.

Tener una mascota, es una responsabilidad.
Sí, tener una mascota es una responsabilidad, pero ¿de quién? Si bien es cierto que los padres, habitualmente, quieren que las mascotas sean responsabilidad de los niños, para fomentar en ellos este valor y además, construir una relación sinérgica con ellos, las mascotas no son primariamente responsabilidad de los niños.
Los niños e incluso los adolescentes son responsables del orden del hogar y de aspectos fundamentales de la casa y de la dinámica familiar, de modo subsidiario; se les pueden atribuir competencias, pero no de manera exclusiva, ni total; se les atribuyen de manera parcial y sujetas a supervisión y orientación permanente.
Los niños pueden estar pendientes de los cuidados de los animales, de sacarles a pasear, de recoger sus desechos, de darles comida, pero las citas periódicas con el veterinario, la elección del alimento más nutritivo, la responsabilidad sobre niños y mascotas en la calle, es de los adultos, así que, manejar el tema de la responsabilidad en casa, tiende a ser una de las razones más sutiles de maltrato animal.
Si su familia no está preparada para asumir como se deben, las responsabilidades de tener una mascota, lo mejor es que no lo haga, porque podría caer en prácticas que configurar abuso y ello, no beneficia ni la relación, ni la vida del animalito que pudiera adoptar una familia en la que si encontrará la plenitud.
Vida de perros.
Las mascotas merecen un trato digno y dignificante, no solo equivalente al aporte que hacen a nuestras vidas, sino indispensable para obtener lo mejor de ellas.
Los animales bien tratados, educados, con una alimentación balanceada, integrados a la dinámica familiar, que tienen relación con otras personas, con otros animales, construyen un universo a su alrededor mucho más complejo, y por consiguiente, más saludable que otros animales que no viven en las mismas condiciones.
Sin embargo, no nos confundamos, también es común la observación de que los animales necesitan una dosis de vida salvaje, aprender a desenvolverse en medios naturales, en los que se desarrolle el instinto, porque los animales muy “humanizados” tienden a enfermar con más frecuencia que los animales que tienen contacto con la naturaleza.
Así que, ni tan calvo ni con dos pelucas; hay que aprender a convivir con nuestras mascotas y darles una vida saludable. Para que cuando nos toque despedirnos de estas, tengamos la satisfacción de haber logrado un vínculo hermoso.