
EL RECUERDO DE UN BUEN LIDER
La pérdida de un líder o alguien en el rol de autoridad suele tener dos posibles consecuencias; si esta figura de autoridad, llámese jefe en el trabajo, o político reconocido, funcionario de un cuerpo de seguridad, con notoriedad, líder gremial, sindical, entre otros, construyó un buen capital político a su alrededor, haciendo méritos, seguramente causará estupor su fallecimiento, desencadenando una emoción colectiva, en la que el duelo será compartido por toda la comunidad.
Si, en cambio, esta figura de autoridad, no supo o perdió su capital político, debido a sus acciones poco transparentes, una actitud despótica, o irresponsable, también habrá en la opinión pública, reacciones naturales; que pueden ir desde una dicha justificada o no, según el grado de victimismo que se asuma, hasta la satisfacción, natural y saludable, de que hubiera cesado su “poder”.
Es perfectamente natural que los tiranos, al morir, aun subsistiendo la tiranía, cosechen el repudio de sus víctimas; pero los estadistas, los líderes genuinos, las personas que transformaron la vida de muchos, que mejoraron la situación de la mayoría, que integraron sociedades, que convirtieron desiertos en campos fértiles, sean extrañados, al partir.
La razón está ligada a un concepto clave que es, generalmente, consecuente, con la actitud del líder, la gratitud; cuando una persona es íntegra, encabeza un proceso de cambios, sacrifica sus propios intereses en pro de los intereses superiores, atiende a las demandas de la generalidad y emplea las herramientas del poder, para empoderar a otros, surge en la gente, un sentido de gratitud inocultable.
Es esta gratitud la que deriva en duelo, a la muerte de este liderazgo; pues se valora positivamente su legado, se estima su vida, se reconoce el valor que tuvo y que tendrá para las futuras generaciones; mientras que si, una figura de autoridad, ha usado su poder, abusando de él, para restarle poder a los demás, para convertirse en un déspota, también la gente reconocerá esto, pero valorándolo negativamente, lo que redundará, irremediablemente, en el repudio manifiesto, y a la muerte de esta persona, será inevitable, al menos, sentir un alivio.
Por esta razón es tan importante que, si usted es una autoridad, si usted ejerce un rol de poder, si es un líder, considere que sus acciones presentes, tendrán consecuencias inmediatas para usted mismo, de su coherencia ética, de su abordaje moral, dependerá su imagen frente a los demás; no se tome a la ligera el servicio público, sea un jefe honesto, responsable, mesurado, ejerza su autoridad, sin abusos, sin excesos, moderando en todo momento sus propias acciones y evaluándolas permanentemente, con la más absoluta sinceridad.
Los grandes líderes del mundo han pasado a la historia para enriquecerla, con sus legados, las figuras despóticas, los tiranos más deleznables, también son recordados, pero para significar todo aquello que estuvo y está mal en el mundo.