
¿ERES UNA PERSONA DE CALIDAD?
Con frecuencia creemos que la calidad es un requisito exclusivo de los procesos laborales; nos acostumbramos a emplear el término (y a reducirlo) únicamente en nuestro ámbito profesional; lo mismo ocurre con otros términos que, por el momento, no nos interesa abordar; este, en particular, (el de la calidad) tiene una connotación importante en la vida personal y es que “calidad” implica excelencia.
La calidad de vida, es la concepción que tenemos de un conjunto de elementos que configuran bienestar; generalmente, también pensamos que nuestra calidad de vida depende de factores externos, como ganar un salario digno, tener cubiertas nuestras necesidades básicas, tener un empleo satisfactorio, una casa con todas las comodidades o al menos, con ciertas comodidades que nos darán placer; solemos excluir de la calidad de vida los elementos que dependen de nuestro desempeño personal.
Por ejemplo, hacer ejercicio físico todos los días, estudiar y entrenar nuestro cerebro para hacerlo más efectivo y perceptivo, ir al psicólogo para trabajar en los nuestros desafíos emocionales y mentales, enfocarnos en lograr propósitos, esforzándonos en cada grado y nivel de dificultad, servir a otros, construyendo una red de contactos enriquecida no solo por favores, sino por relaciones profundas y fundadas en valores que nos permitan no solo “usar” a la gente, sino articular esquemas de cooperación ganar-ganar; todo ello es fundamental para hacer crecer nuestra calidad de vida.
Así pues, la calidad, la calidad de vida, el tiempo de calidad, y otros conceptos que solemos usar con connotaciones específicas, olvidando muchas veces los muchos factores que de nuestra parte los determinan, implican un seguimiento constante, permanente de nuestra parte y un entrenamiento de nuestra voluntad que es lo que precisamente nos califica en la categoría de la excelencia.
Una mirada doméstica de la calidad.
Cuando pensamos en calidad pensamos en un trabajo bien realizado, en un producto bien terminado, en un servicio satisfactorio; cuando hablamos de calidad personal, individual, nos enfrentamos a un gran desafío y es la construcción de una personalidad que exhiba: disposición al logro en todos sus ámbitos, es decir, una personalidad que se esfuerce por ser el mejor hijo, el mejor hermano (o primo), el mejor padre, el mejor cónyuge, el mejor amigo, el mejor vecino, el mejor ciudadano; y por supuesto, también el mejor aliado, el mejor trabajador, el mejor empresario, el mejor jefe, cuando aplique.
La calidad de una persona se mide por la efectividad de sus propósitos; un individuo que se esfuerza por tener relaciones armónicas, estables, significativas, productivas, es un individuo que trabaja en su propia calidad.
Una persona de calidad, suele configurar los elementos más fundamentales para el mejoramiento de su propia calidad de vida; sin demeritar que hacen falta condiciones ambientales, contextuales, para desarrollarnos como personas, como leyes justas, sistemas democráticos, libertades civiles y políticas, entre otras, es imprescindible que la persona sea, de suyo, una persona de calidad; lo otro podría faltar y afectar, por supuesto, pero no constituiría un colapso de nuestra calidad.
Calidad de vida; para tener tiempo de calidad.
Cuando nuestro nivel de compromiso con nosotros mismos y nuestro entorno inmediato es elevado, nuestra gestión del tiempo, y de los tempos, es eficaz.
Por ejemplo; una persona que sigue una dieta balanceada, que hace actividad física, que se mantiene saludable, que además cultiva las virtudes, hace amigos con relativa facilidad, propone soluciones y no es parte del problema, generalmente también sabe que su vida es efímera, tiene una noción de trascendencia que le impulsa a aprovechar cada segundo de vida y tiende a compartir su tiempo y espacio con las personas que le rodean, de manera productiva.
Ir a un parque, salir de vacaciones, ver una película, leer un libro juntos, hacer un curso, enseñar a otros, algo que se sepa, hacer numerosas actividades memorables, con otros y también consigo mismo, porque en la medida en que se comparte con otros también se entrena el propio carácter, la personalidad, la percepción del mundo, es decir, la cosmovisión, abriéndose y comprendiendo otros mundos, otras miradas, aprendiendo de los demás, que la vida es más que lo que guardamos con celo como nuestras creencias.
En conclusión, crecer, desarrollarnos, mejorarnos, es mejorar nuestra calidad como personas, mejorar nuestra calidad de vida y hacer mejor gestión del tiempo; porque la vida es una sola y no hay caminos que enseñen a andarla, sino que hay que aprender a hacer los caminos con constancia y disposición a la excelencia.