
TECNOLOGÍA FUNERARIA
A diferencia de lo que muchos podrían imaginar, el oficio funerario siempre ha sido uno de los oficios humanos más vanguardistas e innovadores de la humanidad; basta echar un vistazo al neolítico, cuando los ritos funerarios aparecieron, para darse cuenta que, en la vida rupestre de los cavernícolas, los métodos de preparación, conservación e inhumación fueron, en su momento, uno de los avances tecnológicos más portentosos del ser humano.
Si luego paseásemos por la Edad Antigua, nos encontraríamos con una de las tecnologías más audaces que se hayan inventado nunca: la momificación y el embalsamamiento; el saber anatómico y el empleo de fórmulas químicas le regaló a la humanidad, desde entonces, la maravillosa oportunidad de eternizar los cuerpos.
De algún modo, gracias a tan interesante tecnología; la del embalsamamiento y momificación, hoy podemos estudiar las causas de muerte y las formas de vida de la Edad Antigua; de modo pues que los complejísimos métodos egipcios y chinos merecen ser celebrados por todo lo alto como grandes progresos en torno a un rito funerario.
Los monumentos funerarios más vistosos de la humanidad; las pirámides, nacieron en torno a la necesidad de los faraones de construir legados inolvidables; pero no son los únicos hitos funerarios que podemos visitar en la actualidad, maravillándonos del perfecto manejo de los materiales con avances tecnológicos impresionantes para su tiempo: dólmenes, mastabas, criptas y decenas de túmulos dan cuenta de que los seres humanos damos a la muerte un significado tan importante que vemos la necesidad de siempre innovar, hasta para dimensionar nuestro paso a la siguiente vida.
No dejes de revisar PREVISIÓN Y EXPECTATIVAS
Si seguimos avanzando en la historia, no encontraremos tecnologías más descollantes que la de la momificación, pero si hallaremos perfeccionamiento en esta, también se evidenciará el estudio anatómico de los seres humanos y tecnologías en torno a la disección y preservación de los cuerpos, basadas en el desarrollo egipcio, lógicamente.
Los vikingos y otros pueblos nórdicos, así como muchos pueblos silvestres, preparaban piras para cremar a sus difuntos; esta tecnología podría parecernos rudimentaria, pero el uso de maderas y de embarcaciones, de aceites combustibles y de otros aditamentos para generar las temperaturas necesarias en la deposición del cuerpo nos permiten notar que estos pueblos también hicieron notables descubrimientos tecnológicos que merecen ser celebrados.
El cementerio, como lo conocemos en la actualidad aparece en Europa durante la Edad Media; previamente se empleaban criptas cavadas en espacios cavernosos a las afueras de la ciudad; pero el uso de las Iglesias como custodias de estos espacios destinados a la inhumación de los fieles difuntos abrirá la posibilidad de tener para la familia: panteones y parcelas para los seres amados, en las proximidades urbanas.
La monumentalidad del oficio funerario también dejará legados portentosos; como el Taj Mahal en la India o los mausoleos funerarios greco-romanos como el Panteón de Roma; en la Edad Media esta monumentalidad ya no solo será posible para príncipes y conquistadores, ahora una casta noble podrá ser dignamente recordada en entornos hermosísimos.
Su vínculo con lo religioso nunca supuso para el oficio funerario traba alguna; el desarrollo de tecnologías arquitectónicas y químico-biológicas nunca estuvo por fuera; fue más bien parte del devenir humano y supuso enormes avances en el descubrimiento de elementos axiales.
El oficio funerario se convierte en un negocio
La urbanización de Europa y luego de América da como resultado el surgimiento de una nueva clase: la burguesía, que tendrá un rol preponderante en el destino de la humanidad, pero que primero aparecerá debido a la delegación en esta de oficios artesanales, que desarrollarán con gran maestría.
Recordemos que en el pasado medieval: carpinteros, arquitectos, médicos y también funerarios, existían debido a los colegios que estos fundaban y a un modo de traspasar sus saberes, iniciático, en virtud de proteger los secretos profesionales; de hecho, era bastante común que los padres pasaran a sus hijos el legado quedando el oficio resguardado por lazos de sangre; pero además de estos vínculos, también se conformaron sociedades, gremios que protegían a sus miembros y servían como sustrato de cooperación y auxilio mutuo.
Esta fórmula mantuvo al oficio funerario protegido y delegado en personas hábiles y dotadas del conocimiento y recursos, además de instrumentos, propios, que con, la revolución industrial, momento en el que la burguesía toma el poder en el mundo occidental, se convierten en empresarios que ahora, con independencia de la Iglesia, pueden prestar sus servicios libremente.
Esta fórmula mantuvo al oficio funerario protegido y delegado en personas hábiles y dotadas del conocimiento y recursos, además de instrumentos, propios, que con, la revolución industrial, momento en el que la burguesía toma el poder en el mundo occidental, se convierten en empresarios que ahora, con independencia de la Iglesia, pueden prestar sus servicios libremente.
¿Qué nos depara el futuro?
El futuro del negocio funerario, por supuesto puede vislumbrarse hoy; nuevas tecnologías de cremación, basadas en el frío y el agua, deposición de cenizas en el espacio exterior, debido a la disponibilidad de transporte para hacerlo, bioinhumación empleando semillas, criogenización como medio para la preservación del cuerpo en frío, métodos de embalsamamiento más eficaces, empleo cada vez más reducido de espacios para los oficios exequiales, exequias virtuales, adaptación de la inteligencia artificial a la preservación de la memoria de nuestros seres queridos y mucho más. Sin embargo, siempre la previsión financiera, el acompañamiento de especialistas, el trato gentil, la mística de trabajo, el traspaso del saber, de la metódica, del amor por el oficio, su historia, sus aspectos más esenciales, serán la insignia que le permitan a usted reconocer a un funerario con tradición de uno que solo busca un negocio como si se tratara de un ámbito mecánico
La vida de los seres humanos sigue teniendo el mismo valor, no importa si se inhuma, si se crema, si es católico o budista, si es rico, o pobre, si cometió delitos o si fue un ciudadano ejemplar; el trato que el funerario da a las familias, a los cuerpos, a la memoria del individuo siempre destacará cuando quien ejerce el oficio lo ha recibido de otro funerario, con vocación de servicio, con pasión por hacer de él, un respetable y cuidadoso oficio ligado a una milenaria tradición.
No se trata de ser conservadores, por el contrario, se trata de mirar la innovación como un modo de siempre reinventarnos, de siempre adaptarnos a los nuevos tiempos, de siempre ir a la vanguardia, de siempre estar al lado de quienes, como los auténticos funerarios, los de casta, celebramos la vida.