
LA RISA, EL MEJOR LEGADO
Sabemos, por algún que otro comediante o risoterapeuta, que la risa se produce en nuestro diafragma, que es una membrana que separa los pulmones de la cavidad abdominal; esta membrana se distiende como un músculo cuando tomamos aire y lo expulsamos en forma de risa, viajando por nuestras cuerdas vocales, produciendo el característico sonido que solemos oír cuando alguien estalla en carcajadas.
Los griegos daban a la risa una connotación muy elevada, atribuían a la gracia el ser un don divino, y la des-gracia la veían como un castigo; la comedia versaba sobre el don y la tragedia, su antagónica, sobre el castigo; los hombres con gracia, los cómicos, solían ser personajes muy estimados, pues poseían ese don, el don de hacer reír, de elevar el espíritu, contenido en el diafragma, de alegrar el alma.
La risa suele ser, muchas veces, controversial, cuando aparece como resultado de la burla, por ejemplo, no es tenida como algo bueno, sino como algo vil, despreciable; pero cuando la risa ocurre con naturalidad, porque alguien se burla de sí mismo o porque nosotros mismos estamos recordando algo que nos ha ocurrido y que ahora vemos con una mirada desprejuiciada, cuando estamos pensando, sin darnos cuenta de lo que estamos haciendo, como apuntaba el comediante Aquiles Nazoa, entonces esa risa es tenida por benévola, por expresión mayor de nuestro sentido del humor.
El buen humor, agudo, perspicaz, siempre atento a hacernos entender lo que subyace, hasta en los momentos que pudiéramos pensar que son más abrumadores, suele ser una carta de presentación eficaz, reveladora de una inteligencia sin igual y un auténtico legado que es importante mostrar, porque la gente agradable, la gente agraciada, la gente graciosa, siempre es bien recordada.
Al hablar de legados, de herencias, de cosas, físicas y no físicas, que dejamos, al partir, solemos pensar en cuestiones complicadas, en construcciones faraónicas que deben ser grandes, potentes, para ser visibles; tal vez si pensáramos con sentido del humor, veríamos que no son tan complicadas las cosas que debemos hacer para perdurar en el corazón de otros; a las personas que nos hicieron reír, difícilmente las dejamos de recordar.
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Hacer reír es un arte que, en un gran porcentaje, implica talento natural, pero también en otro, no menos importante, implica técnica; cuando solo nos enfocamos en nuestro talento para hacer reír, somos bien recordados en un círculo íntimo, como gente graciosa, cómicos con gran sentido del humor, pero cuando aprendemos a hacer reír, cuando nos dedicamos a reír y a enseñar a otros a reír, cuando entendemos la técnica que hace al artista de la comedia lo que es, entonces nuestro círculo se expande, y mientras más risas producimos, más gente alrededor de nosotros nos atesora y atesora esos regalos memorables.
Que no se entienda la anterior como una instrucción a convertirnos todos en artistas de la comedia; si ese no es nuestro interés, basta con saber reír, con sentirse cómodo al reírse de sí mismo, con entender el valor que tiene la risa para nuestra salud y que cada vez que regalamos una, que hacemos que otro ría, esto es un legado invaluable, inconmensurable.
Nuestra risa es una firma, un sello de nuestra personalidad; somos reconocidos por nuestra risa, así como también podemos enamorar a otras personas con una sonrisa.
Reír y sonreír no solo nos convierte en gente con gracia, nos hace inmortales; porque no hay mayor legado que podamos dejar que una carcajada bien soltada, que esa risa genuina, que una sonrisa cómplice, cortés.
¿Puede usted decir que le deja al mundo un tanto de risas que no alcanza a contar? ¿Puede usted sentirse confiado de que será recordado como alguien alegre, siempre con una sonrisa en los labios?
Apresúrese, si en este brevísimo examen, no tiene buenos resultados; todos sabemos y podemos reír, todos podemos compartir el buen humor, todos tenemos una obligación, soltar los amarres del diafragma y darle libertad al alma para que se suelten las musas, porque la risa era un llamado a las musas, para que, según los griegos, vinieran en nuestro auxilio a inspirarnos.
Cuando reímos somos más creativos, la alegría libera hormonas que nos hacen más saludables, nos vinculamos mejor con nuestros semejantes y sobre todo, somos recordados, estamos dejando un legado, una herencia imborrable en el corazón de todos los que compartieron con nosotros.