
A DÓNDE VAMOS
La idea de que la vida continúa más allá de esta vida es tan antigua como lo son las religiones; remontándose a un pasado tan lejano que ni siquiera puede hablarse de él como parte de la historia, sino como último vestigio de la prehistoria humana.
La idea, nacida del consuelo legítimo de que nuestra existencia no está limitada por nuestra corporalidad física, ha tenido a lo largo de nuestra historia diversas formas de verse y de entenderse, según la época, la creencia religiosa dominante y hasta el paradigma social prevaleciente.
En la actualidad existe un sinnúmero de religiones y filosofías que reservan un destino a la persona luego de que ocurre la muerte como el último suceso trascendental, fin de la cuenta de nuestros días en este plano y comienzo de otro en un plano superior.
Casi todas concuerdan en que el destino tendrá mucho qué ver con la forma en cómo vivimos, cómo nos conducimos con nuestros semejantes, cuánto aprendemos de cada experiencia y de cuánto nos desprendemos; es decir, someten nuestro futuro a una especie de recompensa/castigo, de acuerdo con la vida que decidimos llevar.
Si quisiéramos hacer un breve repaso de lo que cada religión piensa sobre la vida más allá de esta vida, tendríamos que escoger a aquellas que representan a las diferentes culturas que habitan el planeta; le invitamos a acompañarnos y conocer nuevas perspectivas sobre este apasionante tema que nos atrevemos a explorar, desde el respeto.
Judaísmo:
Una de las más antiguas religiones monoteístas, considerada como la madre del cristianismo y un importante antecedente del islam, fundamenta su doctrina en dos grandes documentos: el Tanak o Biblia hebrea, conocida por los cristianos como Antiguo Testamento y el Talmud; ambos textos sagrados son considerados como un solo cuerpo revelado de la Tradición, en el primero se aborda textualmente todo el compendio alegórico y jurídico y en el segundo se explican detalladamente sus posibles significados y las muchas formas de aplicación en la realidad concreta.
El judaísmo solo cree en la existencia de un solo Dios, que no tiene antagónicos, es decir, no existe un equivalente al Diablo; por tanto, al morir, las almas van al mismo lugar, solo que, aquellas que se han entrenado en el cumplimiento de los mandamientos y que han obrado con rectitud cardinal, cultivando la integridad y la justicia, se aclimatan mejor a dicho lugar, mientras que las almas que permanecen atadas a las cosas materiales, que no han tenido una vida muy íntegra o que, incluso han obrado, deliberadamente, con maldad, en ese lugar no encajan, por lo que su sufrimiento es estrictamente intrínseco.
La idea de la vida más allá de esta vida entonces, en el judaísmo, está muy ligada a encontrar la correspondencia con la sustancia espiritual de que estamos hechos para que así, al trascender la corporeidad, ascendamos sutilmente y en comunión con la vida celestial, por llamarla de alguna manera.
Cristianismo:
Es la religión más practicada en el mundo entero, con millones fieles, casi todos ubicados en occidente, específicamente en Europa y América; aunque divididos en tres corrientes principales: el catolicismo, el cristianismo ortodoxo y el cristianismo protestante.
Las sagradas escrituras están conformadas por la Biblia, como un todo dividido en Antiguo Testamento, en el que se prefigura la doctrina de la Iglesia, inspirada por la santidad de Israel y Nuevo Testamento, en el que la promesa mesiánica es cumplida con el nacimiento, vida, muerte y resurrección de Jesús y la Iglesia es fundada, sobre el sustrato apostólico que acompañó a Jesús en su peregrinaje.
Los padres de la Iglesia hicieron notorios aportes a la teología cristiana y del consenso de estos, deriva la existencia de un Dios Supremo y de un personaje antagónico, un poderoso ángel que se rebeló a la Voluntad Divina y por consiguiente fue sometido al infierno, donde preside temporalmente.
Las almas, de acuerdo a la teología cristiana, si han cultivado las virtudes; que son: fe, esperanza, caridad, justicia, templanza, prudencia y fortaleza, se hacen acreedoras de la recompensa celestial; mientras que, si permanecen atadas a los vicios, al pecado, entonces se hacen acreedoras del castigo eterno.
Así pues, en el cristianismo, los méritos para entrar al reino de los cielos se hacen por creer en el milagro salvífico de Jesús, por tener la esperanza de que Su reino será perfecto, por practicar con otros la caridad, hacer justicia, controlar el impulso de la carne, preservar la boca de toda cosa mal dicha y siempre resistir la naturaleza pecadora.
No dejes de leer Evolución y trascendencia
Islam:
La segunda religión, después del cristianismo, más practicada en el mundo entero, prevaleciente no solamente en el norte de África y Medio Oriente, sino también en el sudeste asiático, donde acumula millones de seguidores, es tenida como muy antagónica al cristianismo, un monoteísmo radical y una fe que bordea los límites de la racionalidad.
Sin embargo, las raíces del islam se hunden muy profundamente en una doctrina casi completamente solapada por las costumbres que algunos han popularizado y que poco o nada tienen que ver con el auténtico corpus o canon teológico y deontológico.
El Corán y el Fiqh son los elementos sustanciales de la doctrina islámica; el Corán es un texto sagrado escrito en forma de poesía, en el que se hacen alusiones explícitas a algunos hechos también relatados en la Biblia judeo-cristiana; el Fiqh por otra parte es el compendio consuetudinario, lleno de interpretaciones y explicaciones con arreglo práctico a la vida cotidiana.
En el islam, como en el cristianismo, las almas de las personas están sujetas a la decisión de hacer el bien, inspiradas por el cultivo de la virtud, que es el auténtico propósito de la Yihad (o Guerra –Espiritual- con la naturaleza pecadora) o hacer el mal, cuando se ha cedido a las tentaciones del Diablo.
La vida más allá de esta vida, en el islam, está también determinada por la recompensa; quienes han sido fieles, a las enseñanzas del profeta, entrarán al cielo y quienes no, los infieles, entonces purgarán sus pecados con sufrimiento hasta haber encontrado la puerta al cielo.
Budismo:
Una de las religiones no teístas con mayor número de creyentes a lo largo del mundo, con predominio en el lejano oriente; desde la India hasta Japón, se caracteriza por una creencia cardinal: el hombre habita un cuerpo del que debe despojarse a consciencia.
No existe un corpus doctrinal muy definido en el budismo; sin embargo, las enseñanzas de Sidharta Gautama y de oros Budas luego de él, han servido para revelar la Tradición.
Al no existir Dios, evidentemente que la suerte de la persona depende de sí misma; y bajo la concepción budista, el sufrimiento es la forma en que los seres humanos encuentran un propósito para elevar sus espíritus, para buscar la divinidad.
Entonces, la persona está sujeta al aprendizaje; cada experiencia actúa en ella como un catalizador para entender para qué y por qué ocurren las cosas; de no haber aprendido, entonces el Universo devuelve a la persona para que repita esas mismas experiencias, hasta entender el propósito que tienen para con su vida.
Así gira entonces la rueda del Samsara, eternamente, hasta haber alcanzado el máximo aprendizaje y con él el Nirvana, con el que la existencia se vuelve una con la totalidad cósmica, integrándose plenamente.
Después de este curioso viaje, ¿qué podemos aprender nosotros?
Que la vida, más allá de esta vida, de cualquier manera, depende de lo que decidamos hacer aquí y ahora.
Vivir el presente de la manera más íntegra posible, aprender que cada cosa que nos pasa tiene un propósito y que entenderlo, positivamente, nos permite trascender los momentos, hacerlos significativos, elevando nuestro espíritu hasta hacernos plenamente conscientes de que la sabiduría no es la acumulación de conocimientos, sino la práctica de aquello que nos sirve para ser y hacer mejor las cosas.
La pregunta final es, independientemente de su creencia religiosa, ¿qué está haciendo usted para evolucionar, para avanzar, para crecer como persona y así lograr que el paso de esta vida a la que viene sea menos traumático, más agradable para usted y para quienes le rodean?